La deficiencia de vitamina D podría estar vinculada con la resistencia a la insulina

Descubre cómo la deficiencia de vitamina D aumenta el riesgo de resistencia a la insulina y complica la diabetes; conoce su papel en la cicatrización de úlceras del pie, su posible vínculo con acrocordones y recomendaciones prácticas para evaluar y corregir niveles.

VITAMINA DRESISTENCIA A LA INSULINA

Dianelis Fernández Mena

10/10/20254 min read

Según la Asociación Americana de Diabetes (ADA), una ingesta inadecuada y niveles insuficientes o deficientes de vitamina D pueden contribuir al desarrollo de resistencia a la insulina. Este planteamiento se basa en múltiples estudios que han analizado el papel de la vitamina D en la diabetes, donde se ha demostrado una asociación entre niveles bajos de esta vitamina y un mayor riesgo de diabetes tipo 2, así como sus complicaciones. Un aspecto especialmente preocupante es que, en los últimos años, más del 60% de la población general presenta deficiencia nutricional de este nutriente, cifra que es aún mayor en adultos.

¿Cómo ayuda la vitamina D en el tratamiento de úlceras en los pies?

La vitamina D desempeña un papel fundamental en la recuperación de úlceras en los pies, especialmente en personas con diabetes. Esta vitamina contribuye a regular el sistema inmunológico, facilitando el control de la inflamación y reduciendo el riesgo de infecciones en heridas abiertas. Además, mejora la salud de los vasos sanguíneos, favoreciendo una mejor circulación, lo que es esencial para que los tejidos reciban el oxígeno y los nutrientes necesarios para una adecuada cicatrización.

Diversos estudios han evidenciado que niveles óptimos de vitamina D pueden acelerar la sanación de las úlceras al equilibrar proteínas clave involucradas en la reparación del tejido. Asimismo, se ha observado que pacientes con deficiencia de vitamina D suelen presentar úlceras más graves y un mayor riesgo de complicaciones, como amputaciones. Por ello, se recomienda evaluar los niveles de vitamina D en personas con úlceras crónicas y considerar la suplementación bajo supervisión médica, además de mantener una dieta rica en alimentos como pescado graso, huevos y productos fortificados.

Vitamina D y la aparición de acrocordones

La aparición de acrocordones (también conocidos como fibromas blandos o pólipos cutáneos) en personas con diabetes tipo 2 o resistencia a la insulina podría estar relacionada con niveles bajos de vitamina D. Aunque los acrocordones son lesiones benignas de la piel, su presencia frecuente en zonas como cuello, axilas o párpados se ha asociado con hiperinsulinemia (niveles elevados de insulina en sangre), obesidad y dislipemia, condiciones que comparten un vínculo con la resistencia a la insulina.

La vitamina D juega un papel importante en el metabolismo de la glucosa y en la sensibilidad a la insulina. Varios estudios han demostrado que la deficiencia de esta vitamina puede contribuir al desarrollo de resistencia a la insulina y aumentar el riesgo de diabetes tipo 2. Aunque no existe evidencia directa que relacione la vitamina D con la formación de acrocordones, se ha propuesto que estos pudieran ser un marcador temprano de alteraciones metabólicas, como la resistencia a la insulina, en las que la vitamina D tiene una función reguladora. Por lo tanto, mantener niveles adecuados de vitamina D podría ayudar, de manera indirecta, a prevenir o controlar las condiciones que favorecen la aparición de acrocordones.

Otro estudio relacionó niveles elevados de vitamina D con un menor riesgo de resistencia a la insulina, situación en la que el cuerpo no puede responder adecuadamente a la insulina ni utilizarla de forma eficiente. Los investigadores encontraron que la probabilidad de desarrollar resistencia a la insulina disminuía con cada incremento en la dosis de suplemento de vitamina D. Se sugiere que la vitamina D3 podría ser un factor protector contra la aparición de resistencia a la insulina, ya que ayuda a reducir la inflamación, y la inflamación incrementa el riesgo de desarrollar esta condición. Sin embargo, aún se requieren más estudios para comprender completamente la relación entre la vitamina D y la actividad de la insulina, y para determinar si existen diferencias según los grupos de pacientes.

¿Existe realmente una pandemia de déficit de vitamina D?

Los requerimientos diarios de vitamina D se han establecido en 800 UI al día, según la FDA. Sin embargo, la American Endocrine Society recomienda entre 1.000 y 2.000 UI/día en adultos.

En cuanto a los niveles óptimos de vitamina D en sangre (25(OH)D), las diferentes sociedades médicas tienen criterios variados, pero la mayoría coincide en que valores entre 20 y 30 ng/ml son insuficientes. Se considera suficiente un valor superior a 30 ng/ml (75 mmol/l) para mantener una salud óptima. Actualmente, existe una alerta mundial por el déficit de vitamina D tanto en personas sanas como enfermas, dado que entre el 35% y el 70% de la población mundial presenta niveles insuficientes de 25(OH)D, según diversos estudios.

Algunas personas tienen mayor susceptibilidad a presentar niveles deficientes de vitamina D, por debajo de los 20 ng/ml. Entre los factores de riesgo reconocidos se encuentran la obesidad, el tabaquismo activo, el fototipo de piel, la insuficiente exposición solar y la edad. En los adultos mayores se observa una menor síntesis cutánea de 7-dehidrocolesterol, disminución de la absorción intestinal de vitamina D por un menor número de receptores en los enterocitos, y una capacidad reducida de hidroxilación de la vitamina tanto en el hígado como en los riñones.

Además, existen situaciones clínicas que pueden predisponer a niveles inadecuados de vitamina D, como la osteoporosis, la enfermedad renal crónica, la insuficiencia hepática, la enfermedad inflamatoria intestinal, el hiperparatiroidismo, el hipertiroidismo, el hipogonadismo, la enfermedad celíaca y el uso crónico de ciertos medicamentos como anticonvulsivantes, antirretrovirales, rifampicina, tratamiento hormonal para cáncer de mama o próstata, y, especialmente, los corticoides. El embarazo también es una situación fisiológica que puede contribuir a niveles bajos de 25(OH)D.